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La sexualidad contaminada

Entrevista de Ariel Jiménez a José Luis López Reus


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Ariel Jiménez: Creo que, para presentar a un artista joven en su primera individual, es indispensable saber quién eres, cómo te has formado y cómo enfrentas el fenómeno del arte...


López Reus: Yo estudio bachillerato en el Colegio Champagnat de los Hermanos Maristas. Nunca tuve contacto alguno con las artes hasta los 14 años y, aunque de una manera bastante curiosa, mis inicios con la pintura se producen en una oportunidad en que mi madre quiso adquirir un cuadro y yo le dije que no lo hiciera, que yo le podía pintar uno. Me compró entonces las telas, los pinceles y todo lo que necesitaba. Comencé pintando paisajes, naturalezas muertas y esas cosas que hacen los principiantes y, como ellos, tuve los enfrentamientos técnicos de la inexperiencia... Yo nunca había recibido clases de pintura.


Luego terminé mis estudios de educación secundaria y mientras esperaba para ingresar a la universidad comencé a leer mucho sobre arte; iba muy a menudo al Museo de Arte Contemporáneo de Caracas para ver lo que se había hecho. Después me interesé por la serigrafía y empecé a estudiarla; recuerdo incluso que compré una serigrafía de Soto que todavía conservo. Seguí trabajando por mi cuenta, adquirí mis equipos y fui investigando las diversas posibilidades del medio. Este momento corresponde al trabajo que realicé durante varios años dentro de la abstracción geométrica. Luego comencé a grabar sobre láminas metalizadas que intervenía con colores planos. Con estas obras participé en varios Salones en todo el país.


La abstracción geométrica fue mi verdadera escuela, un gran ensayo de espacios, de color, de forma y de equilibrio. Fue allí donde aprendí a enfrentarme a una obra, donde aprendí a balancearla, a ordenarla y a desordenarla. Era impresionante lo que sucedía cuando cambiaba un espacio de color, todo el cuadro se podía hacer hacia un lado, se podía deshacer. Aprendí por ensayo y error lo que enseñan en las escuelas de artes plásticas.


Censurado, 1990



AJ: Ahora, ¿podría decirme cómo se da el pasaje entre aquellas obras de colores planos con superficies metalizadas y las actuales donde predominaban las texturas y los materiales de construcción?


LR: El paso se da cuando comienzo a sentir las limitaciones del plano. Inicialmente introduzco pequeñas cuñas que levantan el fondo para agregar otra cuadrícula más grande o más pequeña que la anterior, creando otra superficie. Luego empecé a quemar parte de esas superficies y, al quemarlas, se opacaba su brillo, acercándose al blanco, algo que me recordaba a la textura y el color del yeso; es entonces cuando comienzo a trabajar con materiales de construcción y principalmente con el yeso. Pero sucedía algo curioso, y es que los formatos pequeños que yo venía trabajando se hacían ahora muy limitados para contener toda la riqueza de texturas que estaba introduciendo; pasé entonces a formatos más grandes y el ensayo constante con estos materiales me llevó al trabajo actual. Tengo aproximadamente cuatro años trabajando con estas técnicas, pero mi producción ha sido relativamente pequeña, no tanto por la falta de tiempo sino por una manera particular de hacerlo; trabajaba una obra sobre otra mientras experimentaba todas las posibilidades que me daban los nuevos materiales, las texturas y los formatos que estaba utilizando. Para las obras de esta exposición es la primera vez que he trabajado a un tema concreto, un tema que he llamado La sexualidad contaminada.


Miembro activo, 1990


AJ: ¿Qué entiendes tú por sexualidad contaminada y cómo se relaciona ese tema con tu trabajo plástico?


LR: Si tú concibes la sexualidad como una necesidad fisiológica te darás cuenta que no tiene ninguna particularidad, ningún interés que para mí motive un estudio plástico; solamente si se encuentra "contaminada" por el deseo del hombre se hace cautivadora para desarrollar en torno a ella un estudio profundo. Si he trabajado en este tema desde hace algún tiempo es, en primera instancia, porque me interesa la sexualidad; es un tema que me inquieta. Luego porque me di cuenta que puedes alcanzar un alto desarrollo plástico trabajando a partir de un tema profundo y nada fácil como éste. Un tema que para mí genera una fuerza y una dinámica interesantes. Toda la experimentación plástica que puedes alcanzar estudiando los materiales, sus contrastes y sus texturas, se encuentra infinitamente enriquecida por la dinámica que introduce el tema. La dificultad misma que tengo para abordar una problemática tan compleja es fuente de innumerables problemas plásticos y, naturalmente, de infinitas soluciones.


AJ: Para mí, lo curioso sigue siendo esa especie de divorcio que siento entre las soluciones plásticas de tus obras y la temática que te guía; yo podría verlas, perfectamente, como un problema de orden estrictamente plástico. Sin el título, por ejemplo, nunca le hubiera dado la connotación sexual que tú les acuerdas.


LR: Lo que pasa es que existen dos procesos que se conjugan en la obra; uno es el estudio plástico de las texturas y los materiales y otro el desarrollo de una temática sin la cual no hubiera podido abarcar todas las posibilidades que he encontrado en los en los materiales que utilizo. Desde el punto de vista plástico estoy en un proceso similar que tuve cuando experimenté con la abstracción geométrica. Para entonces estudiaba problemas de equilibrio, de balance, y de color: ahora mi inquietud se centra en las texturas y los materiales. No introduzco el color, porque es una fuerza tan grande que oculta totalmente la textura, es una dimensión diferente.


Ahora, lo que sucede desde el punto de vista temático, es que existe un cierto código de lectura. Evidentemente no se trata de una serie de signos con significados precisos, sino de elementos que adquieren significados diversos en función de la organización espacial y formal del cuadro. Por dar solo un ejemplo, los clavos hacia adentro no son exactamente lo mismo que los clavos hacia afuera. Un clavo que entra puede ser leído como una agresión, una imposición, mientras que un clavo que sale de la tela es todo lo contrario, es algo que sale de tu cuerpo para agredir a los demás. Con los huecos sucede algo similar, no es lo mismo un hueco redondo que una abertura vertical o una rasgada, y no es lo mismo si ellas se repiten sobre la tela, e incluso el ritmo de repetición que adquieren en la obra.


AJ: ¿Cuál es la relación que encuentras y cómo se establece entre los materiales que empleas y el tema de la sexualidad?


LR: La sexualidad contaminada es algo que se corresponde única y exclusivamente con el hombre. Los colores y materiales que utilizo son los colores y los materiales de la civilización contemporánea. Veo a la humanidad marrón y gris, la civilización tiene la textura de la piedra y del polvo, su representación es la del clavo y del metal y del asfalto, todos estos elementos sintetizan para mí la imagen del hombre, el hombre del siglo XX es el hombre del cemento.


septiembre de 1990



La Promiscuidad, 1990


 

Esta entrevista realizada por el entonces director de la Sala Mendoza, Ariel Jiménez, fue extraída del catálogo de la exposición La sexualidad contaminada, en Sala del 18 de junio al 25 de julio de 1995, la primera individual del artista José Luis López Reus. Actualmente forma parte Wunderkammer 5621, exposición que celebra los 65 años de actividad expositiva ininterumpida de la Sala Mendoza.



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