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“No place like home” (2019-2020)

Emmanuel Rodríguez


Fotogalería

 

Las circunstancias históricas representan para los venezolanos un problema que ya muchos otros países han vivido: el éxodo, la emigración, el exilio. Términos similares entre similares que no se pueden designar por una resolución conjunta de alguna organización internacional. A mi parecer, se trata de un asunto íntimo y estrechamente relacionado con las proclividades temperamentales y circunstancias individuales: me niego a aceptar la etiqueta genérica que se me entregue desde una oficina de gobierno o un estudio estadístico sobre el flujo migratorio.


El exiliado, según las palabras del psiquiatra Josep Solanes, se encuentra halado por dos caballos: la nostalgia por su dónde originario y su esperanza de volver, esperanza que lo impulsa al esfuerzo y a la auto conservación. El presente en el exilio es un terreno de continua negociación con el nuevo ambiente. La conmensuración de las experiencias es lo que determina la realidad. La capacidad de tejer entre todos una narrativa medianamente homogénea es lo que viene a generar estabilidad en el individuo, el exiliado al caer dentro de esta nueva realidad queda en un vacío, en tierra de nadie, con las raíces al aire. Mi investigación visual sobre el exilio parte de este principio: la inestabilidad del salto fuera del dónde originario (del dónde de los afectos) es la entrada en un nuevo juego, es recomenzar una relación con el idioma, con los lugares, con los acentos, con los afectos.


“No place like home” (2019-2020) es el producto de leer y repensar mi fotografía durante esta transición, es redescubrir en las fotografías que tomé de mi Caracas relaciones con lo que he logrado captar lejos de sus calles. Es parte de mi proceso de conmensurar las experiencias dentro de ese salto, plagado de nuevos lugares de afecto que intentan evocar a unos antiguos que ya no existen. Es un intento de reordenar ese mapamundi emocional del que habló Jankélévitch, proponiendo una cartografía personal, precaria y sobre todo viva, que trepa paso a paso, mientras que va generando una nueva identidad que es producto de esas renegociaciones. Es en esta dinámica donde el exiliado parece tener una escapatoria que le permita así sea precariamente reconectar con el mundo. Si como escribió Solanes las fronteras que mantienen al margen al exiliado no parecieran estar tanto en el mapa como en el calendario, quizás el movimiento es la única forma que le pueda permitir estabilidad mientras llega ese momento, la fecha indicada, la caída o desvanecimiento del muro.













 

Emmanuel Rodríguez Vigil (Caracas, 1990) Licenciado en Arte por la Universidad Central de Venezuela. Magíster en Fotografía Artística y Documental por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Actualmente reside en Bizkaia, España.

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