Javier León
Reseña
Según la UNESCO, se entiende por libro una “publicación impresa, no periódica que consta como mínimo de 49 páginas, sin contar las de cubierta, editada en el país y puesta a disposición del público”. Sin embargo los historiadores van más allá, considerando cualquier medio de preservación de información y/o vestigio escrito como materia primordial de lo que se reconoce como libro, con lo que se puede sostener que la historia del libro abarca la historia del mundo escrito. La escritura aparece de mano de los sumerios en Mesopotamia hace ya 3.500 años aproximadamente, siendo este un invento indispensable para la protección de la propiedad privada en aquel contexto originario. La escritura contribuyó a organizar el comercio, archivar la información, consignar las leyes, impartir órdenes y preservar la historia, costumbres y tradiciones. Ahora bien, posiciones más ortodoxas le atribuyen a la noción de libro una existencia incluso anterior a la aparición de la escritura: el libro oral. Aquel que sin soporte material está constituido por frases, poemas, relatos que adoptaron medidas rítmicas o formas características que facilitaban su memorización siendo utilizadas para la transmisión de las cosmogonías, mitos, normas, etc., que con la invención de la escritura fueron trasladados a soportes que han sobrevivido.
Al principio, en Egipto, bajo el monopolio real, se instrumentó el uso del papiro (soporte para escritura elaborado a partir de una hierba acuática muy común en el río Nilo) el cual se utilizaba y comercializaba en rollos. Los cilindros de papiro se llaman volumen en latín, palabra que significa movimiento circular, enrollamiento, espiral, torbellino, revolución, en fin, rollo de hojas escritas, manuscrito enrollado, libro. Fue en la ciudad de Pérgamo en la que los escribas perfeccionaron una técnica para la fabricación de un soporte a partir del procesamiento de pieles de cerdo: el pergamino. Este material resultaba demasiado grueso, de manera que fue necesario encuadernarlos entre tablas de madera, apareciendo el principio de la forma del libro tal como la conocemos. Así, como es sabido, esta historia tuvo su punto de inflexión con la moderna invención de la prensa de tipos móviles alrededor de 1440 por parte de Johannes Gutenberg (1400-1468). Desde entonces la producción del libro se hizo industrial, convirtiéndose en protagonista del desarrollo de un discurso histórico complejo en el que el desarrollo de las ideas del historiador Lucien Febvre (Francia 1878-1956) y el historiador del libro Henri-Jean Martin (Francia 1924-2007), han hecho que la investigación sobre la historia de libro se extienda a todos los aspectos de la vida social. Por otra parte, procedimientos cada vez más eficaces para la reproductibilidad técnica y la sustitución de trapos por la celulosa de madera para la fabricación de papeles, contribuyó a abaratar el costo del libro como producto de consumo masivo. En el siglo XVII, especialmente en Francia, coleccionistas y bibliófilos impulsaron catalogaciones importantes y apuntaron estudios monográficos sobre el tema. La transformación de la imprenta alrededor de 1740 produjo documentación importante sobre la tradición tipográfica y desde este momento se registra el establecimiento de la tradición de los libreros eruditos. En 1886 Ottmar Mergenthaler (Alemania 1854- USA 1899) inventa la linotipia, que mecaniza el proceso de composición de un texto para ser impreso. Casi al mismo tiempo, Tolbert Lanston (USA 1844- 1913) desarrolla su máquina l Monotype, que componía y fundía letras sueltas. Estas técnicas durante el siglo XX serán sustituidas por la impresión Ófset. Estos procedimientos, especialmente la impresión Ófset, contribuyeron a una expansión en la producción de libros que pudiéramos señalar, incluso en ocasiones, de indiscriminada. El advenimiento del hipertexto mejoró de forma notable el acceso a la información. Por último, la Internet hizo bajar los costos de producción y de difusión, como lo hizo la impresión a finales de la Edad Media.
Libros de Adorno es una proposición estética en la que un conjunto de libros son cancelados en su valor de uso tradicional postulándose como objetos de arte, como volúmenes una vez más, pero como volúmenes escultóricos en este caso. Estos libros-objeto exhibidos en la librería de la Sala Mendoza mezclados con publicaciones propias de las que se venden y exhiben en esta librería, evidencian su carácter crítico subyacente en tanto que su apariencia se cofunde con los otros libros que están ofertándose para la venta. Esto confronta a los primeros con su pasado utilitario y hace que resuene entre los segundos aquello sobre lo que los Libros de Adorno interpelan. La selección de los títulos libros intervenidos exhibidos comporta cierta ironía al ser, mayoritariamente, libros de éxito comercial. Y es que detrás de cada libro en el mundo subyace esa gran historia del conocimiento portátil a la que de forma suscita aludimos en los párrafos anteriores. Así, estos volúmenes siguen caracterizando libros toda vez que la cancelación de su contenido nos invita a reflexionar sobre el uso que le damos a los libros, sobre el devenir de los millones de ejemplares cuyo mejor destino es el de ser reciclados y sobre todo, por el valor de aquellos cuyo rango es el de ser objetos de colección sometidos a los más rigurosos protocolos de conservación. Además, el título de la proposición es un guiño a Theodor W. Adorno cuya obra Teoría Estética, plantea una metodología innovadora para un estudio interdisciplinar de esta materia, que incorpora elementos de la filosofía política, la sociología, la metafísica y otros campos.
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