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Los archivos de la Sala Mendoza: Patrimonio documental del arte venezolano


Patricia Velasco Barbieri


Ponencia realizada en el IX Foro presencial Puesta en valor del patrimonio cultural iberoamericano, organizado por la Fundación Iberoamericana de Estudios Jurídicos Sociales para el Desarrollo (FIBED) y realizado el 31 de octubre del 2019 en la Sala de la Reina del Museo de América en Madrid, España.



 

La Sala Mendoza: un compromiso con el arte (2019). © Sala Mendoza


El video que ustedes acaban de ver resume lo que es la Fundación Sala Mendoza e ilustra sus principales líneas de acción. Se trata de una institución con 63 años de trayectoria en Venezuela, orientada a trabajar en la promoción y difusión de las prácticas artísticas contemporáneas. Desde sus inicios en el año 1956, mantiene un sólido compromiso con la actividad creadora brindando una plataforma de intercambio que estimula nuevas maneras de aproximación al arte, adaptándose a las intensas y plurales transformaciones que se suceden en tiempos globalizados y tecnológicos.


La Sala Mendoza ha sido y es, en palabras del intelectual, historiador, poeta y curador de arte latinoamericano, Luis Enrique Pérez Oramas, la primera y más antigua Kunsthalle de Venezuela. Una institución privada, sin fines de lucro, que organiza exhibiciones temporales y desarrolla una potente y dinámica programación educativa. Toda esta actividad, curatorial y formativa, produce una serie de materiales que se catalogan, registran y documentan creando un fondo documental y gráfico que es resguardado, protegido y preservado en lo que hemos llamado el Archivo histórico de la Sala Mendoza. En él se conserva la memoria de la institución, es decir, toda la documentación que se ha producido en 63 años de actividad institucional.


Centro documental de la Sala Mendoza. © Sala Mendoza


El Centro Documental de la Sala Mendoza, y más específicamente su Archivo histórico, es entonces centro neurálgico, espacio depositario de una serie de materiales de relevancia histórica que certifica y da cuenta de una trayectoria y un compromiso institucional al servicio del arte y la cultura. Pero también es –y sin duda esta consideración tiene muchísimo mayor alcance e importancia– el ente que custodia buena parte del acervo documental que narra el nacimiento, desarrollo y madurez de las prácticas artísticas contemporáneas en nuestro país, pues la historia del arte contemporáneo venezolano está, seminalmente, vinculado a la Fundación Sala Mendoza hasta el punto que, consensualmente, se considera a uno de sus programas expositivos titulado 11 Tipos, haber sido el lugar de fundación institucional del arte contemporáneo local. Pero más allá de esta afirmación capital, es importante subrayar que toda nuestra programación tiene una significación medular y referencial para el devenir de la cultura en Venezuela.


A manera de ejemplo, basta con mencionar algunos programas y momentos significativos de nuestra historia cultural. Por un lado tenemos el Premio Eugenio Mendoza, una de las más antiguas e importantes distinciones artísticas nacionales, de carácter bienal, que reconoce el trabajo de los jóvenes creadores y que ya cuenta con 15 ediciones. O las exhibiciones y visitas de notables artistas internacionales como Alexander Calder, Mario Ceroli, Andrés Serrano, Jac Leirner, Sophie Calle, Tony Catany, Laura Anderson, Mona Hatoum, solo por destacar algunas figuras emblemáticas que exhibieron sus obras en nuestros espacios. O la presencia de intelectuales, filósofos, historiadores y curadores de la talla de Jean Baudrillard, Jean-François Lyotard, Gerardo Mosquera, Joseph Kosuth, Guy Brett, Pierre Restany, entre muchos otros, que viajaron al país para dictar excepcionales cursos de formación, seminarios y encuentros como parte de nuestra programación educativa. O los inicios, desarrollo y comportamiento del mercado de obras de arte local, pues la Sala Mendoza fue la institución responsable de desarrollar el primer programa de subastas de arte en Venezuela con el objeto de crear y fomentar una cultura de coleccionismo privado. O, más recientemente, el desarrollo de una agresiva estrategia de internacionalización que incluye la invitación e interlocución con curadores extranjeros así como acuerdos con instituciones foráneas para brindarle a nuestros jóvenes artistas becas de estadía y experiencias de residencias artísticas. Y en la misma línea, el desarrollo de un programa orientado a establecer encuentros, cruces e intercambios, denominado Ping Pong, que se edifica sobre la noción de nexo, vínculo, enlace o conexión y que supone la programación de una serie de actividades de ida y vuelta para conectar a las artes contemporáneas venezolanas con el ámbito internacional.


Toda esta labor asociada a la misión de la Fundación Sala Mendoza escribe un capítulo de la historia del arte local. Y las acciones producto de esta programación, insisto, se encuentran reseñadas, registradas, catalogadas y documentadas en nuestro archivo. De manera que buena parte del patrimonio documental de las artes visuales locales descansa en lo que quizá sea nuestra colección más significativa: el Archivo histórico de la Sala Mendoza.


Archivo histórico de la Sala Mendoza: detalle de exposiciones colectivas de 1970-1990. © Sala Mendoza


Archivo histórico de la Sala Mendoza: detalle de exposiciones individuales de 1989. © Sala Mendoza


Un archivo vivo y en continuo movimiento dedicado a la conservación, registro, documentación, investigación y difusión de la memoria histórica de la institución y, en consecuencia, del devenir de las artes visuales venezolanas. Alberga un rico e ingente patrimonio documental y gráfico que puede ser estudiado y pensado a partir de sus múltiples resonancias históricas y contemporáneas en su relación con el sujeto, la cultura y la sociedad. Sus funciones apuntan a tres líneas de acción que definen su quehacer diario:


1. Tareas de registro, catalogación, documentación y conservación: estas labores suponen una especie de gestión documental, es decir, la incidencia en todos los procesos relacionados con la identidad del documento desde el momento de su ingreso al fondo o colección. Así mismo, conlleva a la toma de una serie de decisiones vinculadas al cuido y perdurabilidad del documento en el tiempo, dependiendo de su naturaleza y soporte. Pero es importante tener en cuenta que estos quehaceres, inherentes a todo archivo, exigen un constante estudio y revisión que produce, en función de los movimientos estilísticos de la contemporaneidad, cambios o renovaciones en la identidad del material. Es decir, a la luz de las nuevas narrativas, cartografías y líneas de investigación curatorial, como por ejemplo las poéticas de archivo, es necesario repensar constantemente los fondos, generando, producto de esa nueva evaluación y cruce, renovadas valoraciones y nuevas consideraciones definitorias para las tareas de catalogación. La fortuna crítica de determinadas líneas de investigación puede determinar que documentos gráficos como polaroids, imágenes varias, fotos, mapas, bocetos o diseños museográficos, e incluso cartas, correspondencias, encuestas, apuntes o algún tipo de monografía desarrollada por un determinado artista, pueden permutar en su catalogación inicial e incluso, en diversas ocasiones, cambiar su ubicación física. Es decir, ser descatalogado de la colección del archivo histórico para catalogarse, por ejemplo, en el fondo de obras de la institución o en la categoría de libros de artista.


2. Tareas de investigación: el acervo documental de nuestro archivo abre diversas líneas de investigación no sólo a la institución en sí misma, sino a nuestras diversas audiencias. Por lo tanto, sus fondos están a la disposición para ser consultados por estudiantes, investigadores, instituciones y público en general que indagan en torno a datos puntuales de exhibiciones, obras, subastas o eventos, o bien en torno a la revisión de asuntos específicos de la memoria histórica para estructurar líneas de investigación que permitan pensarnos según los planteamientos de nuestras condiciones locales y su relación con el mundo global. Pero también se trata de un archivo inspirador para curadores y artistas, pues sus fondos albergan documentos de diversa naturaleza que ofrecen nuevas miradas, apropiaciones o reinterpretaciones que derivan en diversos cuerpos de trabajo y numerosas propuestas curatoriales. La intención es vitalizar los fondos de la colección con acercamientos híbridos, transversales y multidiscipinares que ofrezcan diversas narrativas o ensayos visuales y documentales acordes a las exigencias intelectuales de nuestra contemporaneidad. La Sala Mendoza asume las tareas de investigación revisando constantemente sus fondos para, por ejemplo, rescatar entrevistas, conferencias, diversos textos e incluso correspondencias para ser publicadas en una de sus colecciones editoriales, los Cuadernos de la Sala. Este proyecto se traduce en una serie de pequeñas publicaciones accesibles en su formato y acabado, cuyo objetivo medular es reunir y publicar textos referenciales y contemporáneos para alimentar la reflexión sobre las artes, sus fundamentos teóricos, su historia, su práctica y sus vínculos reales o posibles con otras disciplinas artísticas y con la cultura en general. Tenemos en la actualidad cuatro números publicados, pero la intención es continuar editando estos modestos pero fundamentales cuadernos. También generamos, en ocasiones especiales, revisiones puntuales de nuestro archivo para producir pequeños textos para ser difundidos por las redes. O la selección de algunos documentos para ser exhibidos en propuestas curatoriales. En todo caso, los resultados de las investigaciones acometidas por la Sala se traducen y cristalizan en la tercera línea de acción.


Cuadernos de la Sala Nº1: Cuerpos constelados. Tentativas alegóricas sobre el collage, por Rafael Castillo Zapata (2015). © Sala Mendoza


3. Tareas de difusión y promoción: esta vía apunta hacia la proyección pública de nuestros fondos con el objeto de divulgar nuestra memoria documental y gráfica en sus distintos tiempos históricos, a fin de dar a conocer esta fuente de información y aprendizaje. Esta actividad, además de atizar el archivo, ofrece nuevas y diversas alternativas de estudio e investigación en la certeza de las posibilidades inabarcables de lectura que brindan los fondos documentales. En esta línea, la Fundación Sala Mendoza desarrolla un quehacer expositivo y editorial de su acervo, difundiendo su material documental y gráfico y dando a conocer la memoria documental de la institución. Es también su responsabilidad organizar visitas guiadas, charlas y conversatorios que propaguen su actividad y reflexione sobre las posibilidades de las poéticas y narrativas que brindan este tipo de colecciones.


Centro documental de la Sala Mendoza. © Sala Mendoza


Hay, por lo tanto, un compromiso por preservar la historia, por defender nuestra memoria, por mantener la solidez y continuidad de un trabajo sostenido en el tiempo a favor de la cultura en Venezuela. Esta responsabilidad es, sin lugar a dudas, una de las funciones de todo archivo o fondo documental, pero a la luz de los complicados y difíciles momentos que atraviesa Venezuela este deber se convierte en una obligación mucho más exigente. Tenemos, entonces, una responsabilidad ética y un compromiso moral con el país, pues el ataque y desmantelamiento de la noción de institucionalidad es una política de estado y la idea de reescribir la historia, una insistencia reiterada por parte del gobierno en todos lo órdenes de la vida civil.


Es importante, entonces, saber que el Centro Documental de la Sala Mendoza fue inaugurado en el año 1994 por el director de la época, el curador e historiador del arte Ariel Jiménez. Su fundación respondía a la necesidad de ofrecerle al país un espacio dedicado al estudio del arte contemporáneo, pues no existía ninguna alternativa especializada –oficial o privada– que se dedicara exclusivamente a esos asuntos. Nuestro Centro Documental fue, por lo tanto, el primer espacio creado en Venezuela destinado al estudio del arte de nuestro tiempo. Pero uno de los motores más vigorosos que impulsó esta decisión fue la existencia en los archivos de la Sala de unos materiales que documentaban buena parte del arte contemporáneo producido en el país a partir del año 1956. Para Ariel Jiménez era obvio que el núcleo central sobre el que se estructuraría este nuevo espacio no debía ser otro sino el conjunto de documentos conservados en los archivos de la Sala. Así nació este espacio dinámico y vertebral, que alberga otras colecciones no menos importantes y de las cuales también les voy a hablar.


Tenemos, pues, una Colección bibliográfica que reúne un considerable número de publicaciones sobre teoría e historia del arte, estética, filosofía, fotografía, estudios culturales, mercado del arte, arquitectura, artes aplicadas, museología y museografía, entre otros temas no menos importantes. Este conjunto de publicaciones puede ser consultado por todo aquel que se acerque a nuestros espacios. El fondo se constituye, entonces, por una serie de libros, monografías y catálogos de artistas que han presentado su obra en diversos museos, galerías y centros de arte nacionales y extranjeros. También, ediciones de muestras colectivas que reúnen interesantes lecturas curatoriales en torno al cuerpo de trabajo de diversos creadores, diversas temáticas o nuevos medios como el performance, el arte conceptual, el land art, el video arte, solo por nombrar algunos lenguajes. Por último, un conjunto significativo de libros de artista, fotolibros, fanzines y publicaciones independientes. En tiempos pasados existía un fondo económico y una política y de adquisiciones, pero en los últimos años, la complicada situación económica por la que atraviesa el país, conjuntamente con el aislamiento y dificultad de contar con sistemas postales eficientes, nos ha obligado a reinventarnos y poner en marcha una estrategia de intercambio, patrocinio y donaciones para mantener actualizado el fondo bibliográfico y catalográfico de la institución.


Detalle de la colección bibliográfica del Centro documental de la Sala Mendoza. © Sala Mendoza


Finalmente contamos con dos valiosas colecciones que nos enorgullecen por su importancia histórica y patrimonial, pero también por su alcance, vigencia y su dimensión singular. La primera de ellas es la Colección de videoarte, adquirida a final de la década de los 90. Tal como afirma Ariel Jiménez, en su momento fue el primer fondo de obras de este lenguaje existente en Venezuela: un grupo de icónicas piezas organizadas históricamente que reúne obras producidas entre 1969 –solo cuatro años después de la primera obra producida por Nam Jume Paik– y 1995. Este conjunto de obras permite tener una visión global del videoarte, de su desarrollo histórico y de algunas de sus tendencias más importantes, y ofrece, así mismo, una oportunidad única para que los creadores y el público local accedan gratuitamente a una colección semejante. Esta colección fue alimentándose con obras de nuestros artistas hasta conformar un importante fondo que incluye piezas, no sólo de los creadores internacionales más emblemáticos del período histórico anteriormente mencionado, sino una representación de algunas de las obras más importantes de video artistas locales. De esta manera, la Sala Mendoza tiene los derechos de un conjunto de obras representativas de artistas internacionales como Ana Mendieta, Marcel Odenbach, Steve McQueen, Muntadas, Bill Viola, Dan Graham, Sophie Calle, Tony Labat, Paul McCarty o el mismo Nam Jume Paik. Pero también de reconocidos creadores venezolanos como Sandra Vivas, Nascimento/Lovera, Alessandro Balteo, Grupo Provisional, Diana López, Gabriela Gamboa, Sammy Cucher o Julia Zurilla, solo por nombrar algunos. Un catálogo de altura, pertinente y actualizado en pleno siglo XXI, que reúne un importantísimo conjunto de obras de artistas que se consideran figuras fundacionales de este lenguaje.


En el momento de la adquisición de esta colección, las obras estaban en el formato de la época, es decir, en VHS o video cassette, tecnología que pasó a ser obsoleta a inicios del presente siglo. El reto, entonces, era traducir las cintas a un sistema contemporáneo que estuviese acorde a los dispositivos tecnológicos de nuestros tiempos. Es así cómo en el año 2015 la Sala Mendoza establece un acuerdo con el equipo de nodoCCS, plataforma experimental conformada por un conjunto de jóvenes artistas venezolanos interesados, entre otras inquietudes, en el videoarte como lenguaje de expresión visual. Esta plataforma inició la tarea de digitalizar toda la colección con el objetivo de recuperar y restablecer la data de los archivos en VHS, pero prontamente el proyecto de nodoCCS se convirtió en una investigación más ambiciosa y profunda con metas a largo plazo, pues no solo recuperaron un archivo de más de 300 cintas nacionales e internacionales, sino que se abocaron al estudio de cada una de las propuestas de los artistas a fin de hacer accesible esta información para generaciones futuras. El acuerdo firmado para la recuperación de la colección entre nuestra institución y los artistas de nodoCCS dispuso, también, algunas estrategias de acción que tienen que ver con la proyección de este material para desarrollar actividades educativas. Esto supone la puesta en marcha de una serie de iniciativas que incluyen exposiciones, proyecciones, seminarios, jornadas y charlas que incentiven el intercambio y la investigación y que difundan, nacional e internacionalmente, esta invalorable colección histórica, única en Latinoamérica. Este deseo divulgativo ha dado sus frutos y nuestra colección, gracias al empuje y entusiasmo del colectivo de nodoCCS, ha sido presentada a través de múltiples constelaciones pensadas y sometidas a un trabajo curatorial en diversas ciudades de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica. De esta manera, no solo se han organizado muestras expositivas, sino proyecciones, discusiones, festivales, encuentros, clínicas y todo tipo de actividades educativas.


El Archivo de la palabra es la última colección de las que me gustaría hablarles. Se trata de un conjunto de registros en formato cassettes que recoge testimonios, entrevistas, reflexiones, pero también conferencias, seminarios y lecturas en la voz directa de sus protagonistas. Reúne, por tanto, el habla de figuras nacionales e internacionales no solo de artistas, sino de poetas, intelectuales, arquitectos, historiadores, diseñadores, críticos, filósofos, etc. Es, por tanto, una singular y entrañable colección. Personajes de la cultura universal que ya no están entre nosotros como Jean Baudrillard, Jean-François Lyotard, Pierre Restany o todos aquellos quienes en algún momento nos visitaron en la Sala para compartir con nuestro público sus indagaciones y reflexiones intelectuales y curatoriales, se encuentran registrados en esta hermosa colección. También venezolanos ilustres como Carlos Cruz-Diez, fallecido recientemente, o Alejandro Otero, Arturo Uslar Pietri, Armando Rojas Guardia, entre muchos otros, que dejaron sus voces grabadas para ser escuchadas y sus contenidos, pensados, estudiados, difundidos o, sencillamente, disfrutados. Tener la oportunidad de sentir la cadencia, el ritmo, el tono e intensidad del habla de personajes tan significativos para la cultura de todos los tiempos es, sin duda alguna, un enorme privilegio. Y la Sala Mendoza posee ese material que nos hace acercarnos, íntima, cálida y fraternalmente, a personalidades insignes de la cultura universal.


Detalle de la colección Archivo de la palabra. © Sala Mendoza


Este espléndido fondo se encuentra buscando patrocinios para su actualización, pues al igual que la colección de video arte, los registros están resguardados en un lenguaje caduco, desfasado de las nuevas tecnologías. Es entonces, fundamental, recuperar esta data inédita para ponerla a la orden de nuestros usuarios y desarrollar proyectos de investigación, difusión, educación y exhibición.


He presentado el conjunto de colecciones que alberga nuestro Centro Documental a fin de tejer y anudar nuestras líneas de acción con el tema sobre el cual se reflexiona en este interesante foro, es decir, la puesta en valor del patrimonio cultural Iberoamericano. Y en este sentido quizá, para terminar, valga la pena subrayar que la participación en encuentros como este nos brinda la oportunidad -a todos- de dar a conocer nuestros fondos, establecer contactos e intercambios y, por qué no, encontrar mecenazgos para la optimización de nuestros servicios y colecciones.


En todo caso estamos convencidos que difundir la labor que llevamos a cabo con nuestras colecciones y fondos documentales, no puede sino contribuir, efectiva e indudablemente, en el beneficio último pero primordial de artistas, intelectuales, editores, educadores, estudiantes y público en general cuya obra e investigaciones dependen, en buena medida, de la sobrevivencia de espacios como el Centro Documental de la Sala Mendoza que alberga, como les acabo de contar, buena parte del patrimonio cultural de nuestro país.


Muchísimas gracias.

 





Patricia Velasco Barbieri

Directora

Fundacion Sala Mendoza

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