Mariana Álvarez
Cápsula
La primera vez que vi las fotos de Luis en Valparaíso nunca había estado en Chile. Por el contrario, mi vida era bastante caraqueña y ucevista, ucevista y caraqueña. Juntxs habíamos compartido una fiebre enloquecida por fotógrafxs viajerxs e imágenes de otros tiempos.
Por esa época, cuando éramos más jóvenes que ahora, Luis y Emmanuel hicieron The Suramericans y fue una belleza. Juntaron sus mejores fotos y las publicaron en una cuenta de Instagram… las de Luis en Buenos Aires y Valpo, las de Emmanuel en Madrid y Caracas. Tenían miradas muy distintas y muy parecidas al mismo tiempo. Recuerdo que me encantaba que Luis siempre traía una silueta en movimiento, una figura humana en pleno tránsito, mientras que Emmanuel contemplaba la quietud de señorxs con bastones, pipas, abrigos. Definitivamente eran dos formas de ver o de construir la mirada.
Tiempo después… bastante tiempo después, fui a Valpo por primera vez. Para este momento, ya mi mundo no era tan ucevista ni tan caraqueño. Tenía un año viviendo en Santiago de Chile y estudiando en la Universidad Alberto Hurtado. Había trabajado como profesora de Historia del Arte, como Asistente de Dirección en proyectos audiovisuales y mis días no podían separarse de la recién estrenada conciencia migrante. Fui a Valpo con mi mamá, que me visitaba por primera vez… no esperaba nada de ese lugar. Creo que no sabía siquiera que podría ver el mar desde ahí, pero llegué y me maravilló su decadencia de puerto, su arte callejero y su forma tan contundente de no ser Santiago. Paseamos por muchos lugares, hasta que subimos por uno de los ascensores del centro. Al salir, me encontré con un mirador que reconocí instantáneamente: era el de las fotos de Luis, es de las siluetas a contraluz, el de la vista al mar. Me emocioné tanto, que no se lo compartí a mi mamá. No le conté que había reconocido ese sitio que tanto vi en las fotos de mi amigo y que ahora resignificaba con ella. Lo guardé para mí porque sabía que aunque se lo contara, ella no hubiera podido sentir la misma impresión que yo… esa sorpresa de que la mirada de otrx te presente lugares que mucho tiempo después serán inolvidables.
Las fotos de Luis albergan secretos que me encantan: tienen esa facilidad de establecer un lugar grande e imponente al mismo tiempo que retratan cierta intimidad. En ese mirador al puerto de Valparaíso, están estas siluetas casi impersonales, de no ser por dos perfiles que están claramente interactuando, compartiendo quién sabe qué cosa, quién sabe qué conversación. A la izquierda, otras dos siluetas parecieran estar bailando ¿o peleando?. La mirada de Luis tiene esa facilidad para, dentro de un disparo aparentemente general, obtener estos relatos mínimos, humanos, enigmáticos. Imposible no preguntarse por la vida del señor de las bombonas de gas que está parado justo debajo de un letrero que dice “oficio”, o por el que rema el peñero que lleva por nombre “El Nublao”.
En una mesa, unos hombres se disponen a jugar algo, uno de ellos suelta una carcajada. Se ve nublado y frío, tal y como lo advirtió el peñero de la otra foto. Al fondo otros peñeros sobre asfalto y justo entre los señores y las lanchas, en la única fuga de la foto, en ese singular espacio de la composición y en direcciones opuestas, un ave sobrevuela una paloma que camina. Otro secreto de Luis.
Ahora veo las fotos de Luis en Valpo y me encanta el retrato de ese mar: El Pacífico. Yo soy una mujer caribeña, de playas calientes, con palmeras y aguas cristalinas… pero ese no es el mar chileno. Así no se vive el mar chileno. En una foto de Luis hay una muchacha sola entre las huellas de la arena. Es una composición preciosa porque pareciera flexible como una plastilina, como si esas huellas pertenecieran a la escala de los dedos de la mano y la hubiésemos manoseado. La muchacha está como tantas veces estuve yo en Morrocoy o Margarita: reposando y contemplativa… pero tiene suéter, pantalón largo y botas de tacón… porque así sí se vive el Pacífico: invernalmente. Esta es la imagen más bonita de mi choque cultural, aunque yo no soy esa muchacha ni tomé esa foto, pero es sin duda el retrato de mi sensación.
Mariana Álvarez Castillo (Caracas, 1991)
Licenciada en Artes por la Universidad Central de Venezuela y Magíster en Estudios de la Imagen por la Universidad Alberto Hurtado (de Santiago de Chile). Actualmente trabaja como productora audiovisual en Ciudad de México y escribe para las revistas Afroféminas y Black Feminist Collective. Feminista decolonial, diaspórica y caribeña.
Luis Alejandro Pérez Moreno (Los Teques, 1985)
Fotógrafo venezolano residenciado en Santiago de Chile. Cursó estudios de fotografía en diferentes talleres en Caracas y de Artes en la Universidad Central de Venezuela. Ha trabajado para diversos medios digitales e impresos, campañas publicitarias, prensa, cobertura de eventos, fotografía institucional y documentalismo.
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