Marco Jiménez
Más allá de la portdada
Como elemento fundamental en la relación entre los seres humanos y lo divino, el mito es el relato que nos da el cómo y el porqué de esos actos que vinculan lo humano con lo sagrado: esa primera frontera con lo absolutamente otro que le impone límites a nuestra humanidad, que nos contiene y señala, empieza a comprenderse dentro del gran tejido de la memoria colectiva y de la experiencia individual a través de esas narraciones originales que constituyen el acervo más antiguo de la cultura. De esa forma, lo público y lo personal dialogan en la palabra mítica, descubriendo consigo la trascendencia y profundidad de aquello que la imaginación recrea: el cambio de las estaciones, el orden del cielo y de la tierra, la fundación de una ciudad.
Atraídos por la mitología, acaso por su aparición en los distintos tipos de literatura fantástica que acompañan nuestra juventud, en Occidente tenemos una particular inclinación por aquella que nos llega desde Grecia. Partiendo con los Olímpicos y su progenie hasta los clásicos de la literatura universal, esta fascinación ha producido un sin fin de materiales didácticos, recreativos y enciclopédicos. No obstante, a setenta años de su publicación, vuelve a aparecer en el mercado editorial un libro que en su momento significó un gran cambio de las perspectivas sobre la filología clásica y el inicio de una concepción moderna de la mitografía occidental. Se trata de Los dioses de los griegos, escrito por el filólogo y mitógrafo húngaro Karl Kerényi, publicado simultáneamente en alemán e inglés en 1951 como el primer volúmen de una obra dual titulada La mitología de los griegos. Kerényi, reconocido ya entonces como un erudito en historia de las religiones y mitología clásica, había publicado títulos importantes como Introducción a la esencia de la mitología (junto a Carl Gustav Jung) y La religión antigua unos años antes, pero con la aparición de ese compendio sobre las divinidades de la antigua Grecia había empezado una renovada y minuciosa exploración de lo que hasta entonces había sido solo una rama altamente rigurosa de los estudios académicos en Europa.
Los dioses de los griegos (1951), de Karl Kerényi, reeditado por Atalanta este año. El retrato de la portada es de una cabeza de Koré de la colección del Museo de la Acrópolis, en Atenas. Hija de Zeus y Deméter, Koré es una figura central en los sagrados misterios eleusinos de la religión griega, estudiados también por Kerényi en su libro Eleusis. Imagen arquetípica de la madre y la hija.
Recordando así la importancia de este libro, celebramos en esta oportunidad su publicación en lengua española por Editorial Atalanta en la conocida traducción de Jaime López-Sanz. El pequeño tomo de tapa dura y color azul que que pertenece a la valiosa colección Imaginatio Vera (en la que también encontramos el segundo volumen de la obra de Kerényi, Los héroes de los griegos, publicado originalmente en 1958 y editado por Atalanta en 2009) viene a ser en realidad una segunda edición para los lectores venezolanos que recordamos el libro verde de Monte Ávila Editores, el mismo que ha acompañado por más de dos décadas a los estudiantes de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela en sus cursos de literaturas clásicas y del Departamento de Literatura y Vida, donde además el traductor se ha desempeñado como profesor desde 1977. Los dioses de los griegos, entonces, no solo es otro de los grandes títulos que se publicaron gracias al cuidadoso y prolífico trabajo editorial que se llevaba a cabo en Venezuela, sino que además es un eslabón importante en la tradición académica del país.
Primera edición en lengua española de Los dioses de los griegos, publicada por Monte Ávila Editores en 1999. La traducción, realizada por el profesor venezolano Jaime López-Sanz, fue realizada a partir de la edición inglesa de 1982. Hasta ahora, el libro no había tenido ninguna otra reimpresión.
En esta nueva edición española, el libro de Kerényi viene acompañado por un prólogo de Luis Alberto de Cuenca, helenista y filólogo, anteriormente Secretario de Estado de Cultura de España y miembro de número de la Real Academia de Historia del país ibérico, en el que se recopila la historia editorial del libro mientras que se enfatiza la minuciosidad académica con la que Kerényi enfrentó la muy compleja tarea de deshilvanar, organizar y volver a tejer los mitos griegos. No obstante, cabe destacar una ausencia notable en esta publicación: las 52 reproducciones de vasijas y otras obras pictóricas que ilustran las copiosas entradas acerca de los orígenes, viajes y conflictos de las divinidades mediterráneas desde las primeras ediciones de Thames and Hudson (Londres) y Rhein-Verlag (Zúrich) y que, a diferencia de la española, también se encuentran en la edición venezolana. No obstante, el resto de la obra se mantiene intacta en esta nueva impresión.
Cabe destacar que Kerényi concibió su libro como una oportunidad para presentar la mitología griega bajo una nueva perspectiva, pero en esta ocasión para los lectores interesados en los sentidos profundos de esas narraciones, queriendo recuperar el valor psicológico, cultural e intelectual de los mitos, solo pensados hasta entonces como cuentos fantásticos o como textos religiosos meritorios de un estudio formal. De ahí que su intención fuera ir más allá de la audiencia académica pero sin caer en las simplificaciones de las versiones infantiles que eran harto conocidas. Con esto en mente, el escritor Thomas Mann aseguraba en sus reseñas para las ediciones inglesa y alemana que las páginas de Los dioses de los griegos ofrecían una experiencia tan oportuna como recomendada para el público en general —y a pesar de que los códigos han cambiado en las últimas décadas, con el fácil acceso a todo tipo de fuentes a través de las enciclopedias gratuitas y otras plataformas virtuales que almacenan información sobre este tema, lo que apunta el autor de novelas esencialmente mitológicas como La montaña mágica y El elegido no pierde ninguna vigencia. Kerényi lo indica en su nota introductoria: el libro “espera hallar lectores cuya comprensión ha madurado en la literatura y en la psicología de nuestro tiempo”, lectores que además puedan hacer suyas “la monotonía y caprichosa extravagancia de esa documentación de la naturaleza humana”.
Los héroes de los griegos (1958), publicado por primera vez en español por Editorial Atalanta en 2009, es el segundo volumen de La mitología de los griegos, precedido por Los dioses... En principio Kerényi no había pensado escribir un libro sobre los héroes, pero el interés de la editorial inglesa Thames and Hudson le hizo cambiar de parecer.
Si bien publicaciones más recientes, acaso tan deslumbrantes como la de Kerényi, tales como Las bodas de Cadmo y Harmonía, de Roberto Calasso, o Penélope y las doce criadas, de Margaret Atwood, asoman que en nuestros tiempos hay un público contemporáneo atraído por las imágenes mitológicas más bien a través de la reinvención narrativa de esas historias arcaicas que por el registro metódico, no deja de ser cierto que los adultos de hoy, como los de ayer que recibieron el dedicado trabajo de un filólogo apasionado por la antigüedad, pueden responder aún a ese interés que Mann y Kerényi llamarían “de una sensibilidad primordial” por imágenes reales del mundo y de la humanidad que lo habita.
Ficha técnica
Autor: Kerényi, Karl
Título: Los dioses de los griegos
Traducción: Jaime López-Sanz
Prólogo: Luis Alberto de Cuenca
País: España
Editorial: Ediciones Atalanta
Año de publicación: 2021
Número de páginas: 368
Marco Jiménez (Caracas, 1994)
Profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela e investigador del Centro Documental de la Fundación Gego. Ha dictado cursos en la Fundación del Valle de San Francisco (2017) y ha cursado estudios de traducción, sociolingüística e historia del arte de la Universidad de Oxford (2019-2021) y de arte contemporáneo en la Universidad Metropolitana (2020-2021). Su traducción al inglés del poemario ¿Duerme usted, señor presidente?, de Caupolicán Ovalles, fue publicada en ViceVersa Magazine en 2017. Actualmente reside en Caracas, Venezuela.
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